Al término de la última audiencia en el juicio por el atentado a Cristina Kirchner, la fiscal Gabriela Baigún consideró que había elementos suficientes para ampliar la acusación contra los tres procesados en la causa, Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo, por también ejercer “violencia de género” y “violencia política” contra la exvicepresidenta.
“Se trató de un acto tendiente a evitar, a impedir, que la víctima pudiera seguir desarrollando su vida política”, sostuvo Baigún. “Y, a su vez, la conducta se inscribió en un contexto de violencia contra la damnificada, de la que ella ha sido objeto por su condición de mujer política, que en particular ha ejercido la presidencia en dos mandatos y la vicepresidencia en una oportunidad”.
Apoyó su ampliación en el relato que el propio Sabag Montiel volcó frente al Tribunal Oral Federal número 6 cuando culpó a Cristina Kirchner de “cosas que no eran inherentes a ella”, según dijo Baigún, como la inflación; las tapas de medios de comunicación que la expresidenta exhibió en su declaración en el juicio, que la mostraban caricaturizada y con un ojo golpeado; los testimonios de su secretario privado, Diego Bermúdez, y uno de sus custodios, Guillermo Gallo (”hicieron referencia a que Cristina era odiada por su condición de mujer”, señaló Baigún); y un informe de un comité del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI).
“Su calidad de mujer, ejerciendo el rol descrito en un contexto social de violencia generalizada contra las mujeres, y creciente contra ella en particular, dirigido a promover su debilitamiento, fue la condición de posibilidad aprovechada por los imputados para perpetrar el ataque”, acompañada por Mariela Labozetta titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM).
Testimonio
Antes de la ampliación, la fiscal Baigún pidió la detención por falso testimonio de Miguel David Robles, uno de los 6 testigos que este miércoles desfiló por la sala AMIA. El tribunal que lidera la jueza Sabrina Namer resolvió darle la oportunidad al testigo para que ordene su discurso y finalmente no fue detenido.
Robles, que mostró varios tropiezos en el trascurso de su exposición, relató que conoció a Uliarte por redes sociales, que acostumbraba comprarle fotos con contenido erótico y que, por fuera de su trabajo como en una planta panificadora, solía realizar reventas de distintos objetos, como gorras con motivos varios.
La fiscal Baigún estaba interesada en saber si Uliarte le había confiado información sobre el atentado a Robles. Por ello, le mostró un audio en el que el propio Robles, tres días después del atentado, le aseguraba a otra amiga, una tercera, que Uliarte le “había contado cosas”.
“Eso es algo que yo inventé”, se defendió Robles, confundido y visiblemente incómodo. “Le voy a dar la oportunidad de reflexionar sobre su respuesta”, le señaló Namer, tras recordarle que podía quedar detenido.
Tras ello, la fiscalía le hizo oír una serie de audios en los que Robles le relataba a una amiga que, según lo que le había contado Uliarte, el ataque a Cristina era “real”.
“El boludo [por Sabag Montiel] se puso nervioso y se olvidó de cargar la recámara”, decía Robles en ese registro. Además, sostuvo que para atentar contra la expresidenta, le habían ofrecido “mucha plata”; además de que lo “iban a meter en cana un año y después lo iban a hacer pasar por muerto”. En el audio, Robles también afirmaba que la “gente de Fernández”, presuntamente por el expresidente Alberto, le encomendó el atentado a Sabag Montiel. “La mandaron a matar del propio Gobierno”, sostuvo.
Robles, que nunca terminó de redondear su relato, negó la veracidad de sus afirmaciones y, ante las preguntas de la jueza Namer, la fiscal Baigún y los abogados de las partes, aseguró repetidas veces que había inventado todo. A su vez, negó ser miembro de la DEA, la agencia de control de drogas norteamericana, tal como también había asegurado en otro intercambio de mensajes.
